La cocina huele a café, suena música en portugués. Estoy nerviosa. Pero son nervios buenos, de esos que se instalan a la altura del ombligo y no te dejan dormir imaginando un futuro próximo. Desde hace cosa de una semana sueño despierta todo el tiempo: cuando, sin salir de la cama, descubro que los árboles vuelven a estar cubiertos de nieve; cuando me siento a leer en la lavandería mientras se hace la colada; cuando veo parejas despidiéndose en el metro; cuando acaricio a los gatos de la calle. Y pienso en lo maravillosa que es esta sensación y en lo mucho que deseo conservarla. Porque cuando en unos días la espera llegue a su fin, esta incertidumbre se habrá disipado dando paso a la realidad, esa que durante tanto tiempo hemos imaginado, y entonces tan solo quedarán estas palabras que conservaré en un frasco, con cariño, junto al recuerdo de una etapa que felizmente llegó a su fin.
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The kitchen smells like coffee, portuguese music is on. I'm nervous. But it's not a bad thing, totally the opposite. Is that kind of feeling, when the excitement doesn't let you sleep imagining a close future. Since last week I'm dreaming awake all the time: when, without leaving bed I discover the trees outside are covered with snow; when I read in the laundry-room while waiting my clothes; when I pet a cat in the street; when I brush my hair before going to sleep. And I think how amazing this feeling is, and how much I want to keep it. Because when, in just few days, the wait comes to an end, this uncertainty will have dissappeared giving way to reality, that reality we have been imagining for so long, and then there will be just these words left, that I will keep in a jar, with love, next to the memory of a stage that happily has been brought to an end.